El año 2023 será recordado como el año en que la inteligencia artificial generativa, como ChatGPT, tomó protagonismo y se cuestionó si las máquinas pueden reemplazar a los humanos. En Estados Unidos se aprobó la primera terapia mediante la técnica CRISPR y se avanzó en el desarrollo de embriones sintéticos y vacunas de ARN contra el cáncer.
El cambio climático se manifestó de forma cruda, pero también se dieron grandes pasos hacia una ciencia más diversa y contra la tiranía de los papers. La inteligencia artificial ganó terreno en diferentes campos, como derrotar a pilotos humanos en drones, mejorar la predicción meteorológica y aplicaciones en salud.
El medicamento Ozempic para la diabetes tipo 2 se popularizó como una opción para la pérdida de peso, aunque sus efectos a largo plazo están por calibrar. Se realizó investigación para combatir la resistencia a los antibióticos, como el análisis del genoma de mamuts en busca de péptidos contra las superbacterias.
Se destacaron avances en la genética, edición genética y vacunas de ARN, así como el estudio del ADN ambiental y el análisis de los genomas de diversas especies. Se logró calcular el envejecimiento de los órganos mediante análisis de sangre y se exploraron métodos para rejuvenecer órganos de donantes de edad avanzada.
Se intensificó la lucha contra los mosquitos transmisores de enfermedades como el dengue, el zika y el chikungunya, y se tomaron medidas para controlar su población. Se describieron más de 3,000 tipos de células cerebrales humanas y se logró la comunicación de pacientes sin habla mediante implantes cerebrales y inteligencia artificial.
El año 2023 fue el más caluroso registrado jamás, lo que llevó a preocupaciones sobre el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Se tomaron medidas para promover la igualdad de género en la ciencia, como la elección de mujeres científicas en los premios Nobel y el reconocimiento de la contribución de Rosalind Franklin en el descubrimiento de la estructura del ADN.
La comunidad científica se enfrentó a casos de fraude científico y se comenzaron a replantear los criterios para evaluar el éxito de los investigadores, con el objetivo de acabar con la dictadura de los papers en el sistema de publicaciones científicas.
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